El proceso de elaboración artesanal implica cocinar los membrillos junto con el azúcar, la pectina y el limón a fuego lento, permitiendo que los sabores se mezclen y se desarrollen gradualmente. La cocción se lleva a cabo con cuidado y paciencia hasta obtener una mezcla densa y homogénea.
Una vez cocido, el membrillo se vierte en moldes y se deja reposar hasta que adquiera su consistencia firme. Después de un tiempo de reposo adecuado, se corta en porciones y se envasa para su venta.
El resultado final es un membrillo natural, sin conservantes ni colorantes, con un sabor delicioso y una textura suave y untuosa. Este dulce artesanal es perfecto para disfrutar solo, como postre o acompañamiento, y también se puede utilizar en la preparación de una variedad de recetas dulces y saladas.